En un lugar de Zamora, de cuyo nombre sí quiero acordarme


La Escuela de Arte y Superior de Diseño de Zamora celebra el 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes con una pequeña exposición de esculturas realizadas en sus talleres con motivo de la efemérides. Todas están inspiradas en D. Quijote de la Mancha, la obra cumbre de las letras españolas y una de las más importantes de la literatura universal.

 

Esculturas que representan libremente algunos capítulos de la gran novela cervantina, como la transformación de Alonso Quijano en caballero andante mientras sostiene un libro en su mano izquierda y una lanza en la derecha, la lucha contra los molinos de viento o la aventura de los leones.

 

De este modo, la Escuela de Arte rinde un pequeño homenaje a uno de los escritores más relevantes de todos los tiempos, y de paso le permite mezclar la realidad con la ficción, como hacia el hidalgo de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor:

 

- Dime, mi fiel Sancho, qué es aquello que se ve a lo lejos.

 

- Es Zamora, mi señor, con la Catedral a la derecha y la Escuela de Arte a la izquierda, donde dicen que los estudiantes han ensalzado con figuras a un tal Cervantes que escribió dos libros voluminosos antes de morir hace cuatrocientos años, sin dejar apenas rastro de su existencia.

 

- Has de saber, Sancho, que si escribió libros tan abultados y poco se conoce de su vida, tiene mucho mérito que entre los estudiantes de esa Escuela levante admiración.

 

- Espolea al rucio, Sancho, que yo haré lo mismo con Rocinante para llegar más pronto a ese lugar, donde seremos bien recibidos.

 

- No empecemos mi señor, no empecemos, por lo que más quiera.

 

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